Su sueño durmió 16 años... hasta que se atrevió a emprender para transformar su vida
Empezó con unos esmaltes regalados y hoy tiene clientas de todas las edades, gracias a su esfuerzo, su constancia y el impulso que recibió de Banigualdad.
A Elizabeth Cádiz nadie le regaló nada. A sus 48 años, esta mujer de Chillán puede decir con orgullo que se ha construido sola, materiales en mano, desde una esquina del living de su casa. Con cuatro hijos, tres nietos y una vida llena de desafíos, ha logrado cumplir el sueño que tuvo hace más de 16 años: tener su propio emprendimiento de manicure. “No pierdo la esperanza de tener mi propio salón, pero hoy me amanesco haciendo uñas en mi casa… y feliz, porque son mis lucas, es lo mío”, dice.
Su historia comenzó en una peluquería, hace casi dos décadas, cuando ayudaba a lavar el pelo de las clientas. Allí le empezó a picar el bichito de las manos bien cuidadas. Se entusiasmó tanto, que le pagó a una niña para que le enseñara a hacer manicure tradicional. Y así, poco a poco, fue aprendiendo también de pestañas, masajes y otras técnicas. Pero aún no se atrevía del todo.
La pandemia fue el empujón. Se compró uñetas para practicar, estudió, perfeccionó su técnica, y armó un espacio en su casa para atender a familiares y amigas. “Me atreví al 100%. Desde ese momento no he parado más”, recuerda. Y no solo no paró: su cartera de clientas creció y hoy atiende a mujeres de todas las edades, incluso una fiel señora de 86 años.
Elizabeth se adaptó a los tiempos, invirtió en una maleta para trabajar a domicilio, compró muebles, esmaltes y acondicionó su rincón de trabajo. Pero sabía que necesitaba más herramientas. Fue entonces cuando dos amigas de confianza le hablaron de Fundación Banigualdad. Aunque ya le habían ofrecido antes, esta vez dijo que sí. Y no se arrepiente.
“Esto ha sido maravilloso. Súper rápido. Me surtí de todo lo que necesitaba para seguir creciendo. Me permitió comprar los insumos que están en tendencia, que es lo que piden las clientas”, cuenta con entusiasmo. Además, ha recomendado la fundación a su hermana, que tiene un emprendimiento de repostería. “Todas deberían conocer Banigualdad”, asegura.
Pero no solo el crédito ha sido clave. Elizabeth destaca la Academia Banigualdad, donde aprendió a manejar su negocio con visión y estrategia. “Es una herramienta buenísima para los emprendedores. Hoy entiendo mi negocio de verdad”, dice. También valora la cercanía con los supervisores de su centro, al que describe como “súper unido”.
El sueño de Elizabeth sigue creciendo. Quiere formalizar su emprendimiento (llamado @elitha_nails.room) y tener un espacio propio, fuera del living, donde pueda atender sin interrumpir la rutina de su familia. Pero, aunque aún no lo logra, su mayor orgullo está en la libertad que ha ganado: “Hoy trabajo, tengo mis lucas, no dependo económicamente de mi marido. Me siento empoderada”.
Sus hijos mayores ya viven fuera de casa, los dos menores estudian y, como dice con emoción, “todos están saliendo adelante”. También es abuela y, cuando mira hacia atrás, se emociona: “A la Elizabeth de hace 20 años le diría que estoy muy orgullosa. Cumplí todas mis metas. Antes era sumisa, callada, sentía que la gente me pasaba a llevar. Hoy me atrevo a decir lo que pienso, lo que siento. Y me miro con tremendo orgullo”.
Se define como una mujer resiliente. “Porque así como me caigo, me levanto. Y siempre con más fuerza”, dice con firmeza.
En Fundación Banigualdad trabajamos desde hace más de 18 años apoyando a personas como Elizabeth, entregando microcréditos, capacitaciones y una red humana que transforma vidas. Si tú también quieres emprender y cambiar tu historia, te invitamos a conocer más en banigualdad.cl