Anita Riquelme vive en Malloco y tiene dos hijos adultos, el mayor trabaja con ella en su amasandería y la ayuda con las compras de insumos y fabricación de productos. Cuando sus hijos eran pequeños, Anita trabajaba como manipuladora de alimentos en un colegio y si bien tenía un sueldo necesitaba generar ingresos extras, ya que no tenía el apoyo del padre de los niños.

Como cientos de emprendedoras de Banigualdad, Anita decidió ingeniárselas para poder tener dinero semanal y decidió emprender para poder conseguir los recursos que necesitaba. Comenzó a fabricar empanadas los fines de semana y le fue muy bien. Con esfuerzo logró instalarse en un negocio pequeño, se hizo conocida y quiso independizarse. Gracias al apoyo de los microcréditos de Banigualdad, pudo dar un paso importante e instalarse en un local más grande, impulsando su pasión por la cocina. Hoy vende chaparritas, empanadas, dobladitas, pan amasado y en temporada incluye pasteles de choclo o humitas. “Ya van a ser once años desde que pertenezco a Banigualdad, me gusta mucho y trabajo con los microcréditos para sacar adelante mi negocio, compro los materiales y también he podido invertir en máquinas como el horno industrial o la revolvedora”.

“Desde que comencé a emprender me ha ayudado mucho el financiamiento de la Fundación, porque desde hace más de diez años que me pude instalar en este local más grande, comprar cosas y seguir vendiendo. Justo en ese entonces cuando lo abrí fue el terremoto, así que necesitaba mucho el dinero», dice nuestra emprendedora.

A sus 67 años Anita no decae y busca seguir cumpliendo sus sueños: le encantaría tener un restorán. Gracias a Banigualdad ha podido seguir inyectándole capital a su negocio y lo ha podido potenciar gracias al financiamiento.

 

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