Trabajo no remunerado, labores de cuidado y carga mental, son términos que hemos escuchado durante estos últimos años en relación a las mujeres y la importante tarea de visibilizar las desigualdades, tanto sociales, como económicas a las que se ven enfrentadas.

Ser mujer tenía asociada una letra chica que era invisible al mundo. El trabajo no remunerado y las labores de cuidado son roles que históricamente se han asociado a ser mujer, ignorando la importancia dentro del desarrollo del sistema económico familiar y de los países.

¿Qué son “trabajo no remunerado” y «labores de cuidado”?

El trabajo no remunerado considera todas las actividades domésticas, cocinar, limpiar, lavar, planchar, cuidar mascotas y plantas, hacer pequeñas reparaciones en el hogar, abastecerlo y administrarlo. Trabajo por el cual no se reciben remuneraciones directas y que es realizado en mayor medida por las mujeres dentro del hogar.

En el caso de las labores de cuidado son aquellas relativas al cuidado de niños, niñas, adolescentes y personas dependientes y mayores, como, por ejemplo, prepararles la comida y alimentarlos/as, la higiene, jugar, realizar tareas escolares, ir a controles de salud, realizar cuidados específicos, supervisarlos, entre muchas otras. 

Sin estas labores de cuidado, nada funciona, pero durante años no fueron consideradas pese a ser esenciales para el bienestar social y el desarrollo económico del país. A nivel mundial aporta el 9% del PIB (producto interno bruto)  mientras que a nivel nacional en una estudio realizado por ComunidadMujer con el apoyo de la Unión Europea se cuantificó que el aporte realizado por esta actividad sería de un 21,8% posicionándose como la actividad económica más importante del país superando con creces a la minería (9,1%).

Un trabajo invisible y desigual

La falta de este reconocimiento y de cuantificación económica es la que termina invisibilizando este rol, lo que impacta negativamente en la autonomía y  empoderamiento económico de las mujeres. Se estima que el tiempo que dedica una mujer al trabajo no remunerado es de 30 horas semanales, mientras que en los hombres ese tiempo bordea  las 10 horas semanales. (ONU Mujeres, 2019) 

Las cifras en cuanto a los trabajos de cuidado son aún más amplias, en donde a nivel mundial el 41,6% de las mujeres laboralmente inactivas son las responsables de realizarlo (OIT 2019). Independientemente de su estado en el mundo laboral, las mujeres ocupadas, desocupadas e inactivas destinan mayor tiempo que los hombres al trabajo no remunerado.

Esta diferencia es transversal pero se acentúa en los sectores vulnerables. A mayor nivel de ingresos la red de apoyo es mayor, sobre todo considerando la posibilidad de contratar una persona de apoyo, situación inviable para mujeres de estratos económicos más bajos considerando que sus ingresos no alcanzan para costearlo.

La mujer que emprende

Las mujeres emprendedoras que apoyamos como Fundación, que en su mayoría provienen de sectores vulnerables,  son el fiel reflejo de estas cifras, sin contar con redes de apoyo, tanto de su grupo familiar, como de las instituciones públicas.

La desigualdad en la distribución de las horas destinadas al trabajo no remunerado limita sus posibilidades para trabajar y recibir un sueldo fijo. Por esta razón, el emprendimiento surge como una respuesta a estar presente, a la falta de esa red de apoyo, a la necesidad de un sustento económico para ellas y sus familias. 

La principal motivación para emprender en las mujeres según la Encuesta EME VI  es la necesidad (57,4%) mientras que los hombres en su mayoría declara hacerlo por oportunidad (43,7%) (EME VI 2019) lo cual evidencia está gran brecha.

La importancia del apoyo a las mujeres que emprenden es fundamental, no tan sólo porque las ayuda a desarrollarse económicamente, sino porque es una responsabilidad social ante la enorme desventaja producto de la desigualdad de llevar una gran carga que como beneficiario final tiene a toda una sociedad. 

En Fundación Banigualdad trabajamos para ser parte de esta importante red de apoyo para cada una de ellas entregando financiamiento a través de microcréditos y herramientas de formación y capacitación, para su surgimiento.

Cuando una mujer sin oportunidades logra emprender, transforma su vida y la de su familia.